La ira es una respuesta normal, válida y a menudo adaptativa a situaciones frustrantes; no es el demonio que a menudo se presenta. Pero la ira -incluso la justa- puede convertirse rápidamente en autodestructiva si no se procesa con cuidado.

En esta guía, analizaremos de dónde viene la ira, cómo entender tu propia ira y cómo utilizarla como motivación para la curación. Sanar la ira es muy distinto a ignorarla o reprimirla.

Además, queremos señalar que, aunque este artículo también puede aplicarse a los sentimientos de ira en la vida cotidiana, la ira ante la injusticia sistémica es una historia diferente. No debes ser tú quien gestione estos sentimientos; la presión para que cambie recae sobre todo el sistema.

Dejaremos de estar enfadados por la injusticia en Estados Unidos, especialmente hacia los negros, APIDA y otras comunidades POC, cuando se produzca un cambio positivo fundamental hacia la igualdad y el trato justo.

La función de la ira

Las emociones negativas indican que es necesario un cambio. De cualquier manera que podamos, queremos cambiar nuestra experiencia vivida para disminuir la tristeza, la frustración, la soledad o la ira que sentimos. La mayoría de estas emociones negativas desencadenan una respuesta de evitación, es decir, una mayor motivación para escapar de obstáculos o situaciones. En cambio, la ira desencadena una respuesta de aproximación, es decir, una mayor motivación para afrontar y superar los obstáculos.

Debido a la capacidad motivacional de la ira, ésta suele ser una emoción útil que tiene como resultado

  • un mayor esfuerzo para alcanzar los objetivos
  • una mayor inversión de tiempo y dinero
  • un mayor impulso para cambiar el comportamiento de otras personas

Como tal, la ira sirve para catalizar el cambio individual y social. Sin ira, seríamos personas más pasivas, sin un motor clave para mejorar.

Cuando la ira se vuelve autodestructiva

Sin embargo, cuando no somos capaces de utilizar nuestra ira para introducir cambios en nuestra vida o en el mundo, ésta se interioriza y empieza a destrozarnos por dentro. La ira, que comienza como una fuerza motriz para el cambio externo, se convierte en una emoción interna persistente que sólo frustra y hace daño. Desgraciadamente, los estadounidenses negros y POC pueden incluso experimentar los impactos intergeneracionales de la ira y la frustración interiorizadas. (Esto también es cierto en las comunidades de color de todo el mundo, por ejemplo, la gente de ascendencia aborigen en Australia)

Estos son algunos de los signos de problemas más graves que pueden surgir cuando la ira no se procesa:

  • te sientes frustrado, perdido y atascado
  • sientes que tu ira está fuera de control
  • tu ira daña tus relaciones
  • tu ira te lleva a hacer o decir cosas de las que te arrepientes
  • te duele el cuerpo después de enfadarte
  • regularmente sientes que vas a explotar

En estos casos, tu rabia contenida se desata sobre tu propio bienestar, escapando por salidas improductivas que no harán nada por cambiar la raíz de tu frustración. La combinación de consecuencias negativas y falta de cambios positivos puede aumentar aún más los sentimientos de ira, creando un bucle destructivo. Para romper el ciclo y volver a la raíz de tus sentimientos, hay que reflexionar sobre la ira y procesarla.

El consejo más importante para aprovechar la ira justa: utilízala para motivar la curación

Utiliza la ira para motivar la curación.

Cuando eres víctima de una injusticia, la ira puede servirte para automotivarte. Si nadie va a tratarte como te mereces, más vale que aprendas a afirmar tus límites, a comprender tus propias necesidades y a defenderte. Todos estos son aspectos de una curación emocional más general que pueden ayudar a poner en práctica la ira justificada.

Al reflexionar sobre circunstancias exasperantes, presta especial atención a los resultados que deseas. Empieza por los resultados relacionados con tu bienestar personal. Tras una injusticia a gran escala, tu objetivo final es el cambio sistémico, pero hablar de tu ira puede aportarte la paz que necesitas para seguir luchando. Dejar salir las cosas y procesar las emociones duras puede ayudarte a sobrellevar tu rabia, mientras trabajas por el cambio que puede curarla.

Por último, no dejes que tu ira se agrave frustrándote contigo mismo por sentirte así. La gente tiende a pensar que ocultar su rabia es lo correcto, pero cuando te enfadas por un trato objetivamente injusto y parcial, la rabia se convierte en una herramienta para crear el cambio. La ira es normal y comprensible, y puede confirmar la sensación visceral de que estás siendo maltratado.

Para canalizar los sentimientos intensos, acepta tu justa ira como motivación y como antídoto contra el gaslighting.

NPR ofrece una lista de formas de canalizar la ira justificada hacia un cambio productivo, aquí.

“A medida que continúan los debates sobre la violencia policial y el racismo sistémico, los líderes afroamericanos dicen que es crucial que la gente encuentre una manera de procesar con seguridad los acontecimientos históricos y actuales y obtener ayuda cuando la necesiten”, según este artículo. Y los líderes negros de la salud mental están trabajando activamente para crear espacios de sanación a los que acudir en estos tiempos amenazadores.

vía

Recuerda que debes tener paciencia y tiempo: procesar la ira no es fácil ni sencillo. Y menos cuando está tan profundamente justificada. Sin justicia no hay paz.