La mayoría de nosotros crecemos creyendo que necesitamos tener nuestra vida “resuelta” y ceñirnos a un plan. Sentirse sin rumbo puede parecer un pecado.
Nuestros padres y abuelos vivían en un mundo en el que las decisiones tomadas a los dieciocho años duraban hasta la jubilación, pero ahora muchos de nosotros nos encontramos sin esa seguridad y abrumados por la cantidad de opciones para nuestro futuro.
En un mundo que valora la acción y la decisión, puede parecer que los demás viven pegados a un imán que tira constantemente de ellos hacia el futuro perfecto.
Sentirse sin dirección es sentirse desconectado. Algunos lo experimentan como una creciente sensación de desalineación y malestar con respecto a su presente y su futuro. Otros pueden sentirse estancados, desesperanzados o desmotivados.
O puede que te encuentres anhelando una hierba más verde, pero sin saber cómo llegar al otro lado. Cuando no tienes rumbo, la vida empieza a parecer sombría.
Mientras que algunos se sienten satisfechos con el statu quo, muchos nos preguntamos continuamente cómo podríamos sacarle más partido a la vida o cómo podríamos emplear mejor nuestra energía. Sin embargo, cuando te planteas el cambio pero te quedas atascado en circunstancias familiares, sólo consigues agravar tu estado de falta de dirección. Estar atascado te hace sentir impotente, lo que te impide decidir el camino a seguir.
Sorprendentemente, puedes sentirte sin dirección incluso justo después de tomar medidas drásticas. Es más fácil sentirse perdido justo después de pasar a la acción, una vez que se han asentado los sentimientos de logro. Por ejemplo, cuatro años de estudio pueden llevarte al trabajo de tus sueños Pero después de seis meses de trabajo, te das cuenta de que nunca pensaste en lo que querías después de ese objetivo.
Nuestra sociedad está orientada a los objetivos, pero tendemos a obsesionarnos con el único paso que tenemos delante. Muchos no se dan cuenta de que los caminos de la vida nacen a través de una cadena de objetivos, y así es como creamos y experimentamos nuestras vidas. La meta final es sólo un momento, pero los momentos sin dirección entre las metas son oportunidades para dar forma a tu camino futuro.
A veces, la falta de dirección va acompañada de sentimientos de vergüenza y culpa. Vemos nuestros privilegios y creemos que no tenemos derecho a sentirnos incómodos o perdidos.
Como ya hemos dicho, la vida en sí es sólo un proceso de decidir adónde queremos ir, con puntos de control intermedios. Así que es importante recordar que sentirse sin dirección es dos cosas:
Cuando sientas la incomodidad de sentirte sin dirección, permítete descubrir cuándo empezó la desconexión y la incomodidad. Pregúntate cuándo experimentaste esta sensación por primera vez y permítete avanzar a través de tus recuerdos hasta el momento presente.
¿Qué tendencias se muestran cuando indagas en el sentimiento de pérdida? A medida que profundizas, empieza a observar tu autoidentidad y cómo ha cambiado con decisiones pasadas. A menudo nos sentimos culpables por cambiar, pero el cambio es inevitable y saludable.
Cuando te sientas perdido y sin dirección, concédete espacio para salir de lo que eras y fantasear con lo que podrías ser. Este pensamiento creativo te ayudará a descubrir posibles caminos a seguir.
Lo más importante es que el malestar es un indicador del cambio necesario. Si te sientes sin dirección, significa que has avanzado de alguna manera Enhorabuena. Por fin has llegado al final del último camino que recorrías y ahora sólo tienes que elegir cómo continuar.
Intenta no poner tanta presión en lo que vas a hacer a partir de ahora. Tomarás una decisión, y no pasa nada si acabas contento con ella o no: siempre habrá una siguiente elección.
Al permitirnos tomar decisiones que no nos convienen, nos damos el poder de cambiar y mejorar nuestras vidas. Incluso si todo lo que aprendiste fue “realmente odio esto”, ese sentimiento es válido y te da espacio para avanzar hacia lo que realmente disfrutas.
Las habilidades aprendidas hasta ese momento permanecen con nosotros y aprendemos más sobre nosotros mismos en el proceso. En última instancia, la vida es un viaje continuo para aprender sobre uno mismo. Y descubrir lo que nos hace sentir estancados nos abre espacio para encontrar lo que nos inspira, lo que a su vez nos permite vivir una vida con propósito y dirección.
Al descubrir poco a poco el propósito de tu vida, adquieres la capacidad de avanzar hacia lo que te hace sentir mejor, al tiempo que sanas tu estado de falta de dirección.
Por desgracia, nuestra educación y el statu quo a menudo nos desconectan profundamente de nuestro propósito. Así que el primer paso para encontrar el propósito de tu vida es evaluar tus motivadores intrínsecos: en otras palabras, lo que disfrutas de forma natural.
En un mundo empeñado en creer que hay que esforzarse para prosperar, muchas personas se limitan a hacer lo que tienen delante, creyendo que sus talentos naturales acabarán por aflorar.
Pero no tienes por qué ignorar tus talentos naturales y lo que te resulta fácil. La mayoría de las veces, lo que nos sale de forma natural se alinea bien con lo que nos gusta, por lo que está perfectamente alineado con nuestro propósito vital.
Si te cuesta encontrar lo que te gusta, un buen punto de partida es fijarte en lo que te atraía en la infancia, antes de que la depresión, la soledad y la ansiedad te llevaran a la desesperanza.
Puede que te encuentres enseñando a otros de forma natural, o que te encuentres en un estado de flujo cuando escribes en tu diario. Permítete conectar con las partes de tu vida desconectadas de la ganancia monetaria.
Otra cosa que puedes intentar es observar a pequeña escala lo que haces y disfrutas de forma natural. Ahora piensa en cómo una mayor cantidad de esa energía podría tener un impacto positivo en el mundo.
Si, por ejemplo, te gusta escribir, piensa en cómo tus palabras pueden inspirar a otros y hacerles disfrutar. Tal vez incluso podrías escribir sobre tu experiencia de sentirte sin dirección, para ayudar a otra persona a encontrar su camino
Encuentra la dirección por el camino de menor resistencia y detente a ti mismo cuando caigas en estilos de pensamiento negativos. Y no pierdas la fe: curar tu sensación de falta de dirección es vital para tu salud en general. Las investigaciones demuestran que las personas que creen que su vida tiene sentido tienen más probabilidades de sentirse realizadas y sanas.
Si realizas actividades seguras que te hacen sentir bien y comprendes lo que te motiva profundamente, empezarás a sentirte menos desorientado.
Como dijo John Lennon: “Cuando iba al colegio, me preguntaron qué quería ser de mayor. Escribí ‘feliz’. Me dijeron que no entendía la tarea, y yo les dije que ellos no entendían la vida”
A pesar de la creencia popular, la vida está hecha para disfrutarla. Dedicar tiempo a conocerte a ti mismo y a honrar tus sentimientos es un acto noble e importante.
Con suerte, llegarás a descubrir que la única dirección que siempre has necesitado era la de tu propio interior, de modo que tu vida se convierta en tu propia creación: una obra de arte, más que un mapa.