Por muy frustrado que te sientas, casi nunca te conviene actuar con frustración en el trabajo. Prueba alguno de estos consejos para calmar tu frustración en el momento, de modo que puedas seguir siendo profesional y mantener el control.
No siempre podrás alejarte de la situación. Pero cuando puedes tomarte un respiro sin perjudicar tu trabajo, sólo un par de minutos pueden marcar la diferencia. ¿Qué significa esto en la práctica?
Inventa una excusa razonable: ve al baño, busca reponer algo en la planta, pregunta si puedes tomarte el descanso un poco antes ese día. O, si estás a punto de explotar, pide a un compañero de trabajo que intervenga con ese cliente en concreto (“No estoy seguro de ser la persona más indicada para ayudarle en este momento. Puede que mi colega le resulte más útil. Permítame que le llame”)
Si es posible, pida volver a hablar con el cliente: Probablemente no sea una opción cuando se trata de un cliente frustrado. Pero si tienes problemas con tu jefe o un compañero de trabajo, considera la posibilidad de retomar la conversación más tarde: “Creo que esta conversación podría ir mejor para ambos. Quizá tengamos más éxito después de tomarnos un breve respiro”
La mayoría de las veces, tienes que permanecer presente con la persona que ha causado tu frustración. Un cliente te dice algo grosero, pero tienes que terminar la transacción. Tu jefe te señala durante una reunión de equipo. Aunque se equivoquen, expresar tu frustración en el momento no servirá de nada. ¿Qué puedes hacer?
Resume suavemente lo que acaba de ocurrir: Si puedes llamar la atención sobre la situación con delicadeza, sin culpar a nadie, puedes rebajar la tensión que sientes. Por ejemplo “Creo que tenemos un problema de comunicación, pero confío en que lo solucionaremos” O: “Estoy escuchando X, y no estoy seguro de cómo sentirme en respuesta”
Ten en cuenta que tus emociones pueden estar enturbiando la situación: No hace falta que expliques exactamente por qué estás frustrado. De hecho, puede que prefieras ser un poco impreciso. Pero si no puedes ocultar tu frustración, tal vez quieras reconocerla. “No sé muy bien por qué, pero me siento un poco mal en este momento” O: “Ahora mismo estoy muy nervioso. Espero que puedas entenderlo, y aún así quiero ser útil si es posible”
Modele la autorreflexión: A veces la otra persona está siendo frustrante sin darse cuenta. En lugar de reprocharle su comportamiento, considera la posibilidad de hacer una declaración sobre tu propio comportamiento (aunque no estés siendo tan problemático). “Me pregunto si estoy haciendo algo para entorpecer nuestra comunicación, sin darme cuenta” Tu autorreflexión puede invitar a la otra persona a reflexionar sobre su propio comportamiento y calmar tu frustración.
Libera el exceso de energía nerviosa: Da golpecitos con el pie, masca chicle, juguetea con un bolígrafo o busca alguna otra salida sutil para tu frustración. Por supuesto, morderse las uñas y otros comportamientos similares pueden ser respuestas naturales al estrés, pero si puedes, intenta sustituirlos por hábitos menos autodestructivos.
Siempre que vuelvas a casa o tengas un rato a solas, tómate un momento para ocuparte de tus sentimientos.
Haz ejercicio: Aunque se trata de una acción física, no es ningún secreto que el ejercicio es una herramienta para gestionar las emociones. Al final de tu jornada laboral, prioriza el movimiento para reducir las hormonas del estrés que te mantienen atrapado en la frustración. Incluso dos minutos de saltos de tijera, plancha o baile pueden ayudarte a desahogarte.
Coma alimentos picantes: Los alimentos picantes que contienen pimientos pueden ayudar a liberar sustancias químicas beneficiosas para el cerebro y el cuerpo, contrarrestando las frustraciones del día. Si lo que buscas es aliviar el estrés (o tal vez distraerte de lo sucedido), considera la posibilidad de tomar una comida picante después del trabajo.
Escribe un diario sobre lo ocurrido: Intenta escribir desde la perspectiva de la tercera persona para distanciarte un poco de las grandes emociones. Esto significa escribir sobre lo sucedido como si no fueras tú mismo, sino un observador neutral de la situación. Cuando lo hagas, puede que descubras que tu frustración se calma automáticamente, porque la sientes menos personal.
Desahógate con alguien de confianza: Si pueden ayudarte a validar tu perspectiva, puede que te resulte más fácil dejar de rumiar tu frustración. Como ocurre con cualquier tipo de peso o carga, la frustración se siente menos pesada cuando se comparte.
Sea cual sea la forma que elijas para calmar tu frustración, asegúrate de no confiar en una solución curita para siempre. Al final, tienes que sentir tus sentimientos y dejarlos salir para evitar que te hagan daño.
Como siempre, si necesitas desahogarte en el momento, siempre puedes recurrir a tus compañeros a través de Supportiv. El anonimato puede ayudarte a sentirte seguro tras una frustración, y desahogarte te ayuda a aliviar el estrés.