Las dificultades personales de un empleado, ya sean penas, angustias, depresiones, dificultades económicas o conflictos familiares, plantean retos especiales a los directivos.
Por tu mente pasan preocupaciones contradictorias: mostrar amabilidad ayuda a la moral en el trabajo, pero dar libertad de acción puede sentar un mal precedente. La menor productividad de un empleado puede dañar la moral de los demás. Pero todo el equipo puede sentirse desanimado por una respuesta fría de la dirección.
No hay respuestas correctas en este caso, pero un poco de apoyo puede ayudar mucho a establecer una buena relación y minimizar el impacto de las dificultades personales en el lugar de trabajo.
Es posible que se sienta molesto al enterarse de las dificultades personales de su empleado. Puede que le preocupe cómo gestionará su menor productividad. Pero la realidad es que, si no lo contara, no tendrías forma de ofrecerle apoyo.
Sin apoyo, su rendimiento seguramente disminuiría. Ahora tienes la oportunidad de cambiar esta situación (o, al menos, de prepararte para ello).
Agradéceles que se hayan atrevido a confiar en ti. Considera también la posibilidad de expresar tu deseo de trabajar juntos y encontrar soluciones de compromiso cuando sea posible.
Piensa qué información necesitas para que el lugar de trabajo siga funcionando. ¿Durante cuánto tiempo afectará esta situación al trabajo de tu empleado? ¿Qué medidas provisionales hay que tomar? ¿Cuentan con el apoyo que necesitan?
No dudes en hacer preguntas para obtener esa información, pero más allá de eso, evita entrometerte. Por un lado, entrometerse podría ponerle en un aprieto legal. Además, es probable que su empleado aprecie la privacidad.
Si puede identificarse personalmente con la lucha de un empleado (y se siente cómodo), decirlo puede establecer una buena relación y ayudar a reducir la vergüenza o el sentimiento de culpabilidad de su empleado.
No tiene por qué compartir información personal ni igualar el nivel de detalle de su empleado. Un simple “lo creas o no, veo un poco de mí mismo en lo que estás pasando” puede llegar muy lejos.
Por supuesto, debes mostrar compasión y ser comprensivo. Pero si las dificultades de tu empleado han provocado un descenso de la productividad, es tentador trazar una línea en la arena o poner como ejemplo su desliz.
El equilibrio es el objetivo. Considera si hay margen de maniobra, teniendo en cuenta por lo que está pasando. Si no puedes ofrecer flexibilidad para minimizar el impacto de la situación de tu empleado, al menos hazle saber que no le culpas por el impacto negativo en su trabajo. Si es necesario, puedes reiterar que, como directivo, la función laboral tiene que ser tu máxima prioridad, pero que te compadeces de la situación de la otra persona. Mostrar compasión no tiene por qué significar ser un pusilánime.
En el mejor de los casos, el empleado puede seguir trabajando (tal vez con algunas modificaciones). En el mejor de los casos, recuperará sus niveles de productividad anteriores una vez resuelto el problema.
Pero al igual que trabajar durante las vacaciones puede mermar la productividad de los trabajadores a su regreso, trabajar durante una dificultad personal puede llevar al agotamiento.
Anime a su empleado a utilizar parte de su PTO si está disponible. Incluso uno o dos días pueden permitir a una persona reagruparse, ocuparse de sus necesidades personales y superar emociones difíciles. Si no, tal vez pueda intercambiar turnos con otra persona para tomarse un descanso en el momento en que más lo necesita.
Puede ser conveniente recordar a su empleado que utilice los recursos que tiene a su disposición. Podría tratarse de asesoramiento en salud mental o apoyo entre compañeros, servicios de guardería, atención sanitaria física o clases de ejercicio en grupo. Si su lugar de trabajo no ofrece prestaciones útiles, considere la posibilidad de sugerir algunos recursos gratuitos o de bajo coste a disposición del público.
Al final, si su esfuerzo es claro, su empleado apreciará su apoyo. A su vez, será más probable que mantenga el trabajo en mente, a pesar de cualquier distracción que tenga en su plato.